Fernando Lathrop Aubert en su carta al director de El Mercurio, titulada «Tributos simbólicos», aborda el impuesto al lujo, señalando que el gravamen a bienes de alto valor —como automóviles, aeronaves y embarcaciones— ha mermado el mercado y, con ello, el empleo, servicios y las actividades asociadas.

«La experiencia de otros países demuestra que cuando la tributación se centra en ampliar bases imponibles y reducir distorsiones, los efectos son positivos y sostenibles. Chile está a tiempo de corregir este rumbo. Revisar el impuesto al lujo no es ceder a intereses particulares, sino reconocer que una política mal diseñada ha generado más perjuicios que beneficios. Ajustarlo permitiría fortalecer sectores productivos, aumentar la formalidad y, en definitiva, recaudar mejor y de manera más justa», indica.